Siempre me he abstenido de opinar acerca de la paternidad por no ser padre. Creo que debo hablar a partir de mis experiencias y es por eso que lo voy a hacer desde otro lugar, aquel que quienes se cruzan de rol parecen olvidar. Soy un agradecido por las posibilidades que me brindaron mis padres, es algo que les agradecí a cada uno en vida (y que recomiendo a cada uno que lo haga) sin embargo, también aprendí a partir de su experiencia qué es lo que no debo hacer cuando sea padre. Por ejemplo, sostener una relación por el solo hecho de una necesidad económica o de un imperativo moral, religioso, familiar, social, cultural, etc. O discutir cuestiones de pareja frente a mis hijos o al resto de la familia, probablemente por la necesidad de testigos en la contienda. Así, los hijos nos convertimos en rehenes de una contienda interminable, sinsentido, que conduce a la violencia y que nos marca a fuego como víctimas involuntarias, depositándonos una carga emocional que nos supera ampliament
¿Por qué animarse a ser diferente? ¿Por qué no quedarnos en la comodidad de lo que hacen todos? ¿Para qué correr el riesgo? Este es un blog muy particular para mí, porque me llevó a forzar la publicación de cuestiones muy profundas y muy mías, pero que a su vez también lo son para los demás. ¿Contradicción? Para nada, simple paradoja de la vida.