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Mostrando las entradas de 2014

¡Aniversario brillante!

Cuando un año exactamente atrás comencé a escribir este blog lo hice desde una profunda convicción, arraigada en las entrañas de mi ser, clamando a viva voz por un cambio. Las convencionalidades sociales muchas veces logran boicotear nuestros más genuinos intentos por dar ese paso hacia una mejora de nuestra vida. Sin embargo, puedo decir con una pizca de orgullo que mi vida se vió colmada de cambios muy beneficiosos y aún más auspiciosos para lo que vendrá. La ruptura con la modalidad temporal contemporánea de la instantaneidad fue difícil, tras un arduo trabajo especialmente desde lo mental. Esta sería una de las conclusiones más importantes de este año cumplido:   Los mitos y costumbres conservan nuestra cultura pero también nos aferran a prácticas destructivas socialmente aceptadas. En estos últimos meses he comprobado en persona hasta que punto las creencias arraigadas, los hábitos de consumo y las costumbres que estos generaron, junto a los mitos nunca verificados y aceptad

¿Por qué estamos tan convencidos que debemos creer en algo?

Realmente ya no me pregunto como antes si debo creer en algo puesto que  me basta con contemplar mi alrededor, mirar el vasto cielo, las hierbas creciendo en mi patio, las hormigas pululando por doquier en su infatigable derrotero y sólo basta callar mi mente. Entonces, por ejemplo, diviso un pájaro que picotea aquí y allá, buscando quizás su alimento, y en mi estado parezco no perturbarlo, es más, se pasea frente a mí sin temor alguno, revisa mi compost (es más efectivo que diez trampas para atraer pájaros) y finalmente alza vuelo. ¡Es maravilloso! ¿En qué más debería creer? Ahora bien, al parecer somos una especie única aunque no precisamente de la manera en que nos pensamos a nosotros mismos. Por ejemplo, todos los días nos vestimos de las formas más extravagantes excediendo cualquier necesidad básica para hacerlo, comemos de formas más extrañas aún comidas que ni siquiera están cerca de lo que nuestro organismo está preparado para asimilar y nos ocupamos de hacer tareas muy dista

entre círculos y elites

Desde temprano nos enseñan a distinguir las formas geométricas más simples, como los rectángulos en  una puerta, una caja o una cancha de fútbol; los círculos en una rueda, un bollo o una pelota. Alguien tempranamente estimulado pueda recordar -aunque sea vagamente- sus aventuras en la caja de arena. ¡quién no se acuerda de la ronda! De chiquitos que sabemos reconocer las figuras circulares y hasta quizás más de uno quede fascinado por esta forma para siempre, sea a partir del amor por un vehículo sobre ruedas o simplemente enamorado de la redonda. Son parte de nuestros primeros saberes y quedarán guardados para siempre en nuestra memoria, de una u otra manera. Ahora bien, no siempre nos encontramos frente a un círculo virtuoso, como gusta llamársele en los refranes a las relaciones que en su transición benefician a sus participantes. El círculo, como toda figura cerrada, también representa la delimitación de un área, separando lo que está dentro de lo que queda fuera de él. Llevado a

idas y vueltas por la vida

Que la vida es una rueda, que todo vuelve, que todo es un transcurrir o que esto ya lo viví, el famoso dèja vu ... Seguro que algo o todo esto hemos escuchado e incluso manifestado más de una vez. Pero, a pesar de ser un ferviente defensor de la idea sobre un misterioso entramado que ocasiona el retorno en alguna impensada manera de las consecuencias de nuestras propias acciones, prefiero hacer un parate ante tanta repetición y reflexionar sobre lo que realmente nos sucede. En vez de meterme en la interminable discusión acerca de la justicia y de si en definitiva pagamos o no por nuestros actos, si recibimos realmente el beneficio meritorio de nuestro noble proceder y demás cuestiones que al parecer nos encanta discutir cuando se presenta la ocasión (en más de un caso, bastaaaante seguido por cierto) me voy a referir simplemente a mencionar algunos hechos para simplemente introducir la cuestión. Si me detengo a pensar por ejemplo en el plano de la amistad, hay personas que hacen

Carencias necesarias: rompiendo la telaraña

En esta ocasión, aprovechando la excusa de una nueva proyección del ciclo de películas de los Jueves en el Teatrino, voy a escribir un poco sobre lo que me ha sucedido y no sobre la película. Es extraño que termine con un grado de felicidad incomprensible luego de una discusión telefónica en la cual me dijeron cosas terribles. Normalmente, ante una multitud de insultos, ante una procesión de agravios, ante tamaña sarta de improperios y ante tanta saña retenida -al parecer- uno al menos se siente vapuleado, cuando no al menos atormentado. Lo más probable es que se enoje y continúe con otra batahola interminable de imprecaciones que responden la agresión, o intentan ensayar una defensa. Claro está, para esto hay que tener algo de lo cual desahogarse, justamente es necesario sentir una opresión tan profunda que nos lleve inevitablemente a volcar todo eso allí retenido, aunque no lo supiéramos. Pero el supuesto, que creemos verdad y hasta damos por sentado, es que algo hay para ser s

El camino de retorno II

El camino de retorno Hoy me ha tocado ver "Siberia Monamur", una película rusa de 2011 en la cual un abuelo y su nieto viven en la Taiga, en ese ambiente tan hostil para nuestra vida, donde reinan los perros salvajes que acechan a cualquier desprevenido transeúnte que caiga entre sus feroces fauces. La bestialidad no sólo está presente en estas fieras, también por el film desfilan bandidos sin escrúpulos, militares depravados y toda la crudeza de quienes viven al límite de lo salvaje. Otra mirada en torno a la vida, diametralmente opuesta a la que planteé anteriormente tras ver "Bajo la misma estrella". Sin embargo, no dejo de rescatar una advertencia que ya noté durante la proyección misma de "Into the wild" (EEUU, 2007): nuestro reencuentro con la naturaleza no debe estar excento de los principios fundamentales de la supervivencia. Entonces, en ambas proyecciones podemos ver el resultado de un necio desafío a las adversidades y las inclemencias de la

El camino de retorno

En los últimos años se han acrecentado las producciones artísticas acerca del cáncer terminal en niños y jóvenes, como un contraste extremo entre una persona, un ser, que nos da una idea de VITALIDAD, por un lado, y la MUERTE. Resurge el sentido de la TRASCENDENCIA frente a lo efímero de la VIDA. Allí aparece también un concepto EXISTENCIAL de la vida, ya no ROMÁNTICO, al haber certeza sobre la cercanía de la muerte. Al decir de Mauricio Lehoczky: "hay que vivir como si se tuviera cáncer". La pérdida de la ANGUSTIA EXISTENCIAL, la falta de conciencia sobre la propia muerte, sobre la posibilidad cierta de encontrarla antes de tiempo, sin previo aviso. La vida como un simple TRANSCURRIR, como una rama arrastrada por la corriente, conducida por la marea a través del vasto océano de nuestra sociedad. La imposición social de la negación de nuestra FINITUD, la tendencia de esquivarle a la conciencia de esa finitud pero fundamentalmente, y esto es lo que no veo expresado en n

Ser diferente es tomar el control de mi vida

Este es un blog muy particular para mí, porque me llevó a forzar la publicación de cuestiones  muy profundas y muy mías, pero que a su vez también lo son de los demás. ¿Contradicción? Para nada, simple paradoja de la vida. Es que en nuestro habitual sitio de confort cotidiano (el cual  tampoco hay que desechar por completo, puesto que necesitamos esa calidez que nos brinda cuando realmente la necesitamos) nos lleva habitualmente a no pasar a la acción en muchas cuestiones de las cuales empezamos a tomar conciencia. Con la experiencia, uno va encontrando diversas estrategias para ponerse manos a la obra, y este blog (entre otros) está demostrándome que responde precisamente a esa meta. Hoy en particular quiero escribir sobre mis últimas experiencias que no por ser cotidianas dejan de tener su importancia, sino todo lo contrario. Creo que justamente en lo cotidiano, incluso hasta en lo rutinario, dejamos huellas de nuestras cuestiones más acuciantes, aquellas que re-definen nuestra ex

Vibraciones de felicidad

¡Ah, la música! Esa suave caricia del alma que en las noches aciagas me envuelve con su arrullo cual niño al escuchar su nana. ¡Ah, música! Contigo siento como vibra todo mi ser, siento como la alegría vuelve a florecer desde lo más profundo, desbordándome. ¡Oh sí, música! Cómplice entrañable de solitarios corazones, de seres especiales que no se contentan con la aparente calma de la monotonía. De incurables trasnochadores, de los más madrugadores y hasta de los insomnes, o de quien simplemente se complace en escuchar. Enamorados de la vida, alejados de sórdidas pasiones por un instante fugaz de felicidad ante tu mágica presencia. Apasionados, atribulados, en constante pesar o en la incansable lucha diaria de la supervivencia, desde el simple despertar hasta  la hora del sueño. ¡Ah, la música! Quisiera ofrecerle una canción, unas estrofas, una melodía, que pudieran mostrarle cuánto aprecio mi estadía por sus bellos parajes de ensueño. Mas na