Ir al contenido principal

Fútbol, ese infalible termómetro argentino

Anoche repasaba los motivos de por qué es interesante analizar el fenómeno del fútbol en nuestro país, especialmente lo que provoca en las personas y en lo colectivo. Al ser un deporte tan popular y de mucha raigambre social se torna un fiel representante argentino, es decir, un verdadero termómetro social. Detrás de esas disputas sinsentido, de antagonismos existentes o fabulados, de exaltaciones y denostaciones a rabiar se esconden las raíces de nuestras propias virtudes y miserias, tanto a nivel individual como a nivel colectivo.
La oportunidad histórica de tener dos referentes argentinos considerados a su tiempo como los mejores jugadores de fútbol del mundo no escapa a este planteo, es más, nos brinda el lujo de ver cómo nos comportamos ante un fenómeno tan particular.
Pocos son conscientes del privilegio al que asistimos generacionalmente en este rubro, al punto de contar con miles que han visto brillar a ambos. Imaginémosnos que es imposible lograr lo mismo con Distéfano, por poner otro ejemplo.
El argentino tiene esa manía de comparar todo el tiempo, nos inculcan desde chicos esta cuestión de estar midiendo todo, incluso lo inconmesurable; de estar comparándolo todo, incluso lo incomparable.
Si realizamos un análisis frío vemos que los jugadores no sólo se pueden clasificar por el puesto asignado en la cancha sino también por las características que cuentan como jugadores. Es decir, entre centrodelanteros, arqueros o volantes existen variantes que definen también el rol del jugador en la cancha. Esto vuelve caprichoso la comparación realizada entre jugadores que ocupan el mismo lugar o posición dentro del campo de juego. Peor aún si lo que pretendemos comparar es a dos jugadores por el sólo hecho de ser catalogados como los mejores del mundo. Ya pasó por ejemplo con Maradona y Pelé, algo ridículo puesto que ni siquiera compartían puesto ni características similares. Es como querer comparar a Johan Cruyff con Mario Kempes, un absurdo total. Lo mismo sucede con esta manía de comparar a Maradona con Messi, pero lo interesante no es solamente demostrar lo absurdo de la comparación, sino de mostrar por qué se los compara, o mejor aún, que se esconde detrás de esa comparación.

Ayer veía una viñeta humorística de Jericles, un grande del humor riocuartense, en la cual con gran maestría sacaba a relucir este concepto simplemente con mostrar el ánimo del argentino promedio al terminar el primer tiempo y luego de finalizar el partido contra Paraguay. Cómo se deja llevar por las pasiones ciegamente, de la total idolatría a la aberración más profunda en cuestión de minutos, algo más propio de un berrinche infantil que de personas adultas. Cómo se deja arrastrar por el exitismo más banal y superfluo en lugar de disfrutar la posibilidad histórica de contar nuevamente con el mejor jugador del mundo entre sus filas, rodeado de no pocos excepcionales jugadores de elevadísimo nivel y enfrentándose a rivales de jerarquía similar. ¿Por qué nos cuesta tanto disfrutar? Tuve la fortuna de ver tanto el partido Argentina-Paraguay como el de anoche, Argentina-Uruguay y como pocas veces puedo decir que dieron un gran espectáculo (excepto por ciertos gestos de violencia en el enfrentamiento contra Uruguay, algo a mejorar es justamente no confundir la "garra", el brindarse al máximo con la agresión violenta) demostrando el excelente nivel americano en el fútbol (y digo americano porque hoy hasta Jamaica juega bien al fútbol) e incluso puedo decir que mejor que lo visto en la Copa del Mundo de Brasil (y las anteriores, donde tenés un partido bueno cada cuatro) por lo cual debería ser un motivo de gozo, de alegría entre tantas otras que lamentablemente generan lo contrario a diario.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El camino de retorno II

El camino de retorno Hoy me ha tocado ver "Siberia Monamur", una película rusa de 2011 en la cual un abuelo y su nieto viven en la Taiga, en ese ambiente tan hostil para nuestra vida, donde reinan los perros salvajes que acechan a cualquier desprevenido transeúnte que caiga entre sus feroces fauces. La bestialidad no sólo está presente en estas fieras, también por el film desfilan bandidos sin escrúpulos, militares depravados y toda la crudeza de quienes viven al límite de lo salvaje. Otra mirada en torno a la vida, diametralmente opuesta a la que planteé anteriormente tras ver "Bajo la misma estrella". Sin embargo, no dejo de rescatar una advertencia que ya noté durante la proyección misma de "Into the wild" (EEUU, 2007): nuestro reencuentro con la naturaleza no debe estar excento de los principios fundamentales de la supervivencia. Entonces, en ambas proyecciones podemos ver el resultado de un necio desafío a las adversidades y las inclemencias de la

"No eres filósofo, solo tienes Internet"

Video original de Cordura Artificial Me gusta el título, porque en lo que a mí respecta hago filosofía desde que la conocí allá por 1997 en mi último año de secundaria en Adelia María (un pueblo del sur cordobés) donde nuestras compañeras nos miraban como bichos raros a mí y a otro cumpa, Martín (gracias eternas por acompañarme), cómo debatíamos sobre Kant o Kierkegaard. La "moda" era "El mundo de Sofía" de Jostein Gardner, una ficción acerca de una adolescente (sueca creo) cuyo padre le enviaba cartas relacionando su vida con la filosofía desde lugares remotos (trabajaba como diplomático o algo así) y nos pegó a varios estos debates entre corrientes filosóficas mucho antes que existiera Merlí y otras series sobre el tema. De más está decir que Internet estaba en pañales (fui uno de los privilegiados primeros usuarios de esa zona) y todavía el mundo pasaba por la tele, las revistas y diarios, la radio y en menor medida ya, en los libros. De hecho, este libro es ot

Tácticas y rasgos fascistas. La deformación y prostitución de valores

 Una de las estrategias corporativas más fascistas es la deformación de los valores tradicionales del liberalismo hasta llevarlos a extremos de prostituirlos para su utilización como promoción del capitalismo.  Las corrientes liberales del siglo XVIII que engendraron la Revolución Francesa inspiraron a numerosos intelectuales e ideólogos posteriores generando una dialéctica entre los valores tradicionales judeo-cristianos y los valores propuestos por las distintas corrientes de librepensadores. Hoy debemos llamarlos librepensadores justamente por la deformación del concepto de libertad, la cual en el liberalismo hace referencia a la libertad de pensamiento, la libertad de consciencia, a una libertad para poder vivir de acuerdo a nuestra propia visión del mundo frente a la clásica propuesta de las religiones que te dicen cómo pensar, cómo sentir y cómo vivir. También a partir del liberalismo va a resurgir otra idea de libertad, ya anhelada por las sublevaciones campesinas en la Edad Med