Hay mucho para aprender en la Argentina.
Lo primero es entender que este gobierno y los liberales caen en planteos lineales, infantiles en su reduccionismo que debemos superar.
Que sus dicotomías maniqueístas de buenos y malos, de grietas y conceptos dualistas son falaces.
No tiene sentido la dicotomía público/privado sino entender que no es la propiedad lo central sin primero tener claro para hacer qué.
La clave de la propiedad colectiva pasa por la responsabilidad sobre qué se hace, cómo se hace y fundamentalmente para qué se hace. Basarse en satisfacer necesidades concretas que hayan sido previamente analizadas críticamente y ordenadas en prioridades, un rol fundamental del Estado y de la ciudadanía que no debe ser delegado en representantes.
Cada población, cada región tiene sus particularidades que deben atender sus propios ciudadanos como parte activa del Estado. Se evita así la burocracia, tal como funcionan las universidades públicas o el INTI, con un principio fundamental de democracia obrera, la Autarquía.
Donde el gobierno audita y controla pero no gestiona (gran error liberal) tal como le corresponde a un mandatario. La importancia del control (acá se cayeron aviones, la tragedia de once, Cro-Magnon, acá en Río Cuarto la explosión de la planta piloto en la UNRC por falta de controles) va de la mano de un concepto maduro de libertad con responsabilidad ética lo cual implica un compromiso social, la importancia del Estado para planificar y para brindar infraestructura, logística y servicios que no tienen sentido desde lo privado.
Este modelo requiere de debates políticos regulares para la toma estratégica de decisiones pero donde cada ciudadano colabora en lo que esté acreditado según su rol social, a contramano de la opinología reinante en las redes sociales, ninguno de nosotros es experto en todo.
Que las leyes y todo el cuerpo legal dejen de ser solamente material para legos y sean revisadas periódicamente, que la justicia deje de ser un nido de corrupción, los jueces rindan cuentas de sus actos y sean controlados por la ciudadanía.
Una nueva constitución y leyes acordes que acompañen a un planteo soberano y participativo donde se eliminen los privilegios de casta como la propiedad privada y se reemplace por la propiedad personal de bienes básicos y la propiedad colectiva de los medios productivos, la herencia sea reducida a bienes básicos para que cada persona deba ganarse el pan en igualdad de condiciones.
Que las contribuciones reemplacen a los impuestos y sean progresivas buscando la equidad económica. Que la diferencia sea con nuestras acciones y no nuestro patrimonio.
Aprender de experiencias exitosas que fueron difamadas y destruidas por EEUU y la OTAN como la de la ex Yugoslavia cuya economía se basó en la propiedad colectiva de los trabajadores y creció en promedio un 5% desde 1943 hasta 1989 cuando EEUU la obligó a tomar préstamos del FMI y este organismo le impuso como obligación un cambio al modelo capitalista de propiedad privada, a la par que financió grupos extremistas que llevaron a la guerra y su balcanización.
Las Provincias Unidas del Sur fueron mucho antes víctimas de una balcanización impulsada por el imperio británico, somos el producto de una derrota geopolítica y corremos el riesgo de repetir la historia con Argentina.
Es en ese sentido vital recuperar la memoria histórica para retomar el rumbo hacia la soberanía y el poder obrero.
El peronismo demostró ser una fuente de contención de la clase obrera para evitar su ascenso al poder y hoy es necesario superar sus planteamientos agotados mediante una propuesta desde la propia clase obrera en el poder, la única capaz de darle una salida a esta debacle capitalista.
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