Es llamativo cómo abundan los planteos superficiales, simplistas e incluso hasta reduccionistas que agregan más confusión que claridad.
Una de las mejores definiciones de estupidez que leí es la que nos refiere a su origen como estado mental, el estupor.
Comienzo por esto porque leo y escucho planteos que confunden términos en vez de aclarar, de plantear una organización de conceptos que podemos compartir o criticar enriqueciendo el debate.
Confundir por ejemplo estupidez con necedad o peor aún con fanatismo no es un mero error ni descuido del lenguaje.
Es parte de una manipulación psicológica que pretende que giremos en torno de estos términos nadando en la superficie, como parte de la frivolidad sistematizada intencionalmente que evita agitar las conciencias.
Busca perpetuar un estado de beligerancia, una "batalla cultural" que carece de base cultural porque se basa en pura manipulación psicológica y explotación de vulnerabilidades propias de organizaciones coercitivas.
La estupidez merece una reivindicación ante tanto achaque de lo peor de la humanidad que ha sucedido en el último siglo. Estupideces cometemos todos, sin excepciones, cada vez que actuamos sin pensar ante cierto suceso que nos deja perplejo. Es un estado mental momentáneo que nos descoloca, nos saca de lugar mentalmente ante un suceso repentino, inesperado.
En cuanto pensamos sobre ese suceso, de forma racional, ya cesa la estupidez, lo cual no quiere decir que pensemos y actuemos de forma reflexiva o inteligente. Cuando no se reflexiona, comienza realmente el problema. Es cuando pasamos de la estupidez al pensamiento irracional o al pensamiento mágico.
La necedad es una obstinación sostenida y sistemática de la estupidez previa. No es la estupidez en sí el problema, es su sostenimiento.
Las vulnerabilidades mentales permiten el sometimiento a ideas absurdas, al pensamiento mágico, a posturas alejadas de la realidad y lo más importante, alimentar el tribalismo para así sembrar las semillas del fanatismo.
En esto les refiero nuevamente a un especialista como Pablo Gastón Salum para comprender cómo alguien vulnerable puede terminar siendo manipulado y sometido. Esto es mucho más común de lo que la mayoría cree, al punto que nadie escapa del todo al riesgo de padecerlo.
Focalizarnos en la estupidez, paradójicamente, es estúpido.
Comprender empáticamente cómo podemos ser víctimas de coerción psicológica implica revisar críticamente cómo abordamos este problema, requiere asumir que se trata de una cuestión social y por ende se ve atravesada por múltiples factores.
No podemos analizar estas cuestiones en el vacío, como si se tratara de un problema universal.
Que hayan sucedido atrocidades con apoyo popular como el nazismo no exime de comprender las condiciones materiales sobre las cuales fue posible potenciar, hacer crecer, radicalizar y finalmente fanatizar a las masas alemanas de entonces.
No es imposible repetir experiencias similares pero tampoco es frecuente que sucedan.
Por lo tanto, más que hablar acerca de la estupidez individual o colectiva, más que de obsesionarnos con la radicalización como supuesta generadora de fanatismo (otro determinismo que no se sostiene en la realidad) conviene abordar las múltiples causas que confluyen para lograr nuevamente una corriente tribal fanatizada disociada de la realidad.
Desde ya, no pueden ser las mismas que originaron aquel nefasto movimiento que derivó en un holocausto, aunque hoy parezca defender otro genocidio, el del pueblo palestino.
Las simplificaciones, además de ser burdas, le permiten encontrar argumentos a los fanáticos para reforzar su postura. Tampoco se trata de encontrar una batería de argumentos infalibles sino simplemente de introducir la duda. La actitud reflexiva es muy difícil de provocar en estos estados mentales alterados y requiere de una preparación y de un acompañamiento previo.
Sembrar la duda, la actitud escéptica.
La credulidad, elegir creer, es fundamental para sostener la coerción. Todo credo necesita de un reforzamiento continuo y el "ecosistema" actual de medios y redes sociales permite lograrlo eficientemente.
Por eso cuando se plantean conceptos como "cámaras de eco", "comunidad", "tribu", "seguidores", "doctrina", "causa", etc no podemos otorgarles significado sino en función del sujeto que se los plantea. No hay un mismo efecto causado en cada persona sino que depende de varios factores tanto intrínsecos a la persona como extrínsecos.
Es lo mismo que sucede con la manipulación psicológica planteada desde el marketing, no nos afecta a todos por igual.
Sobre el nazismo Erich Fromm escribió un libro que con el tiempo se volvió un clásico, El miedo a la libertad. En él va más allá del fenómeno puntual buscando sus orígenes socio-culturales y a la vez considerando las condiciones materiales que fundamentan todo ese proceso.
No serviría de nada buscar una explicación psicológica a un fenómeno social, por eso este libro busca comprender cómo incidió a nivel psicológico y cómo así realimentó y potenció ese proceso.
Decir que lo que nos sucede responde a procesos históricos complejos no es sacarle el cuerpo sino asumir una postura más realista, mejor dicho, materialista-histórica.
Implica abordarlo desde un enfoque interdisciplinario y crítico.
Aquí solamente me propuse ordenar un par de ideas y reflexionar sobre estos planteos actuales que considero importantes.
Fuentes citadas:
Red Libre Mentes y www.leyantisectas.com Pablo Gastón Salum,
El miedo a la libertad, Erich Fromm
Nunca más actual: la estupidez como arma en https://bit.ly/estupidez-colectiva
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