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Ginefobia

 En un momento histórico como el que estamos viviendo, plagado de profundos cambios por doquier, es natural que salgan a la luz nuestros peores temores y sospechas. Especialmente si disponemos de un arsenal tecnológico que permite desperdigar rápidamente la (des)información. Incluso viejos complejos que creíamos extintos encuentran eco en la  maraña de información falsa que circula en la actualidad.

El problema con esto es que mucha gente todavía no es consciente de su gravedad y de cómo está afectando a su manera de ver el mundo. Es así que muchos de los que nos rodean y, si no tenemos suficiente cuidado, nosotros mismos podemos ser víctimas de esta avalancha desinformativa.

En esta ocasión voy a centrarme en una de ellas como símbolo de lo que está sucediendo, pero creo que puede aplicarse en esencia el mismo análisis al resto de fake news y teorías conspirativas que circulan hoy en día.

Si bien en la política las críticas suelen tornarse personales y orientarse específicamente hacia la corrupción, es llamativo cómo tiene mayor efecto la desinformación especialmente en cuanto el blanco es una mujer. Hay arraigado en nuestra cultura judeo-cristiana un machismo que específicamente establece un modelo femenino de sumisión. Por lo tanto, la política es cosa de hombres y cualquier mujer que se dedique a la política va a ser blanco de críticas. Pero si además no lo hace desde el lugar que le confiere nuestra sociedad y se torna protagonista, cuestiona justamente ese statu quo y encarna un modelo tradicionalmente condenado y demonizado. Este efecto sucede especialmente en las mismas mujeres que se sienten amenazadas por su propio par.

Parece increíble, pero ante las refutaciones de todas las fake news y teorías conspirativas creadas a su alrededor, Hillary Clinton aún sigue siendo odiada rabiosa e irracionalmente por millones de estadounidenses. Incluso al develarse la falsedad de las acusaciones en su contra la gente sigue sintiendo en su fuero interno un rechazo profundo e irreprimible hacia ella, que es más fuerte que cualquier razonamiento. Aquí en Argentina puede decirse lo mismo de  Cristina Fernández de Kirchner, donde buena parte de la población espera que termine en la cárcel a pesar de no tener ni una prueba en su contra.

¿Por qué sucede esto?

Si a esas personas se las interroga un poco vamos a observar los estragos que causa la forma de pensar binaria, en blanco o negro, que en castellano denominamos maniqueísmo. Bajo este modelo de pensamiento, solamente a dos opciones: se puede ser bueno o malo, sin escalas. Entonces, si por ejemplo me autoconsidero una buena persona y veo personificado el mal en Cristina Fernández, al reconsiderar las pruebas que me indicarían que es buena persona yo pasaría a ser la mala persona que la prejuzgué. Pero como no tolero ese pensamiento donde soy la mala de la película, forzosamente tiene que haber un error, tiene que haber algo oculto que todavía no se develó y que demostrará finalmente lo mala que es la ex presidenta.

Esta es la lógica infantil bajo la cual se asientan buena parte de las mentes de la actualidad, de allí los estragos que vienen causando tanto las fake news como las teorías conspirativas y otras formas de desinformación en la actualidad. Necesitan recaer sobre una base sólida pues de lo contrario pasa a ser una "pavada que escuché o leí por ahí". La clave está entonces no en la difusión de esta información falsa, ni siquiera en la falsedad de la información, sino en nuestro propio intelecto, nuestra base sobre la cual residen nuestros prejuicios y preconceptos. Si esa base es dogmática no podrá ser cuestionada y por lo tanto se tornará monolítica. Si esa base no promueve el espíritu crítico, el propio cuestionamiento (punto en común con las bases del método científico) y solamente está plagada de verdades y certezas incuestionables, me acostumbraré a aceptar todo lo que esté de acuerdo con ella y a condenar todo lo demás. A partir de este amurallamiento mental, comenzaré a actuar a la defensiva puesto que en un mundo tan variado como el que vivimos me cruzaré constantemente con ideas muy distintas e incluso opuestas. Es así que ese dogmatismo "se vuelve carne" en esa persona, lo vive como si realmente fuera dado naturalmente, lo naturaliza. Estamos a un paso del fanatismo y eso es lo que nos está sucediendo ahora mismo.

No es casualidad que suceda al mismo tiempo que resurge nuevamente con fuerza una nueva oleada feminista, es precisamente esa la mayor amenaza para quienes están "formateados", moldeados por esta cultura misógina y por lo tanto machista.

La misoginia, ese odio exacerbado hacia lo femenino, en realidad esconde un profundo temor hacia las mujeres. Es producto de un miedo infundido desde pequeños hacia un estereotipo que engloba lo prohibido, lo pecaminoso, lo satánico. Esa condena que difunden las principales religiones se han hecho carne en millones de personas y son muchas las que no se moverán de esas creencias tan arraigadas. Esas personas son justamente el blanco perfecto para desparramar tanto odio, un odio que se escudaba socialmente bajo comportamientos socialmente aceptables y que en los últimos años fueron puesto en cuestionamiento y finalmente comienzan a ser condenados socialmente. Es un cambio muy profundo para el cual no estamos preparados, por lo cual vivimos en conflicto permanente.

¿Podrá esta oleada feminista finalmente romper esas murallas o se diluirá como las anteriores?

Sin duda que dependerá en parte de cuánto podamos cambiar en las nuevas generaciones esas concepciones dogmáticas que fomentan la misoginia por otro modelo que no le tema a lo femenino, pero fundamentalmente que nos brinde una visión de la sexualidad más abierta a la reflexión y a la crítica.

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