El feminismo liberal que nos culpa a los hombres de todo, busca simplemente cambiar de amo por ama; mientras sigues siendo pobre y explotada como la mayoría de las mujeres. Es totalmente funcional a este putrefacto capitalismo que se aferra a lo que sea con tal de seguir y por ende pasa a ser reaccionario. No hay auténtico cambio posible sin apelar a toda la sociedad, este hembrismo disfrazado de feminismo es precisamente el que le da entidad al machismo y nos retrotrae a la guerra de los sexos, es deplorable. A diferencia del movimiento LGBTI+ que busca la igualdad y la convivencia, este pseudofeminismo rompe el principio de igualdad jurídica y está haciendo desastres en mi país. No tiene sustento ni jurídico, ni científico, menos el aval social pues no tiene sentido, salvo para un puñado de desquiciadas, pasar del sometimiento machista de antaño al sometimiento hembrista que proponen. Las mujeres no son ni mejores ni peores, por lo tanto no pueden tener privilegios legales que rompan la presunción de inocencia basados en testimonios, algo comprobado hace décadas que no debe ser tomado como prueba válida pues toda persona puede mentir o tergiversar los hechos, incluso los niños. Tengo un amigo preso porque le plantaron un supuesto testigo visual, cuando hasta la cámara Gesell le fue favorable, una barbaridad. Todo para contentar precisamente a este sector fanatizado al que ya no le importa convivir sino imponerse por sobre los demás, reproduciendo así la misma violencia que dicen combatir. Son funcionales pues así los verdaderos abusadores, violadores, misóginos o femicidas pueden seguir campando a sus anchas mientras le entregan algún perejil en sacrificio que satisfaga sus ansias, como si se las tratase como una deidad a la que debe ofrecerle sacrificios.
La mujer laburante es la gran silenciada por estas pequebús a las que en realidad les importa una mierda su situación, pues ya son madres que tienen 2 ó 3 curros para sostener su familia, justo quienes más nos deberían importar pues junto a ellas hay miles de niños, sus hijos, que la pasan mal. Lo mismo que aquellas olvidadas en su ancianidad, sobreviviendo con una miserable pensión. Si no hay consciencia de clase, la lucha se diluye en una marea verde de reivindicaciones y discursos emotivos que nada cambian en lo esencial que mencioné antes.
El camino de retorno Hoy me ha tocado ver "Siberia Monamur", una película rusa de 2011 en la cual un abuelo y su nieto viven en la Taiga, en ese ambiente tan hostil para nuestra vida, donde reinan los perros salvajes que acechan a cualquier desprevenido transeúnte que caiga entre sus feroces fauces. La bestialidad no sólo está presente en estas fieras, también por el film desfilan bandidos sin escrúpulos, militares depravados y toda la crudeza de quienes viven al límite de lo salvaje. Otra mirada en torno a la vida, diametralmente opuesta a la que planteé anteriormente tras ver "Bajo la misma estrella". Sin embargo, no dejo de rescatar una advertencia que ya noté durante la proyección misma de "Into the wild" (EEUU, 2007): nuestro reencuentro con la naturaleza no debe estar excento de los principios fundamentales de la supervivencia. Entonces, en ambas proyecciones podemos ver el resultado de un necio desafío a las adversidades y las inclemencias de la
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