"Y el hecho es que nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo, es decir, a nadie ha enseñado la experiencia, hasta ahora, qué es lo que puede hacer el cuerpo en virtud de las solas leyes de su naturaleza, considerada como puramente corpórea, y qué es lo que no puede hacer salvo que el alma lo determine. Pues nadie hasta ahora ha conocido la fábrica del cuerpo de un modo lo suficientemente preciso como para poder explicar todas sus funciones, por no hablar ahora de que en los animales se observan muchas cosas que exceden con largueza la humana sagacidad, y de que los sonámbulos hacen en sueños muchísimas cosas que no osarían hacer despiertos; ello basta para mostrar que el cuerpo, en virtud de las solas leyes de su naturaleza, puede hacer muchas cosas que resultan asombrosas a su propia alma. Además, nadie sabe de qué modo ni con qué medios el alma mueve al cuerpo, ni cuántos grados de movimiento puede imprimirle, ni con qué rapidez puede moverlo. De donde se sigue que cuando los hombres dicen que tal o cual acción del cuerpo proviene del alma, por tener ésta imperio sobre el cuerpo, no saben lo que se dicen, y no hacen sino confesar, con palabras especiosas, su ignorancia…" (Ética, parte III, proposición II, escolio.)
De esta manera Spinoza sentenció al idealismo y sentó las bases del pensamiento crítico materialista que retomaría Marx siglos después para criticar a Hegel, Kant y el idealismo alemán. Según Marx en sus manuscritos frente al idealismo hegeliano, centrado en la conciencia, el ser humano es un ser integrado con la naturaleza a través de su cuerpo. Su cuerpo es una parte de la naturaleza y la naturaleza a su vez está siempre integrada en su cuerpo, es el cuerpo inorgánico del ser humano:
"La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; la naturaleza, en cuanto ella misma, no es cuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantenerse en proceso continuo para no morir. Que la vida física y espiritual del hombre está ligada con la naturaleza no tiene otro sentido que el de que la naturaleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la naturaleza." (Marx, Manuscritos: Economía y Filosofía).
En la concepción de Marx, la naturaleza es transformada por el trabajo, organizado socialmente, dependiendo del momento histórico vivido y de las relaciones sociales entre seres humanos. El cuerpo de cada época, el ser humano, parte de la naturaleza, está sujeto a la influencia de las relaciones sociales situadas en cada momento histórico. Marx concibe al cuerpo como fundamento natural de la historia humana, junto al resto de las condiciones naturales. Sin dicha condición natural no podría estar el ser humano abierto a procesos sociales e históricos, aunque no lo contempla como condición inmutable:
"El primer estado de hecho comprobable es, por tanto, la organización corpórea de estos individuos y, como consecuencia de ello, su comportamiento hacia el resto de la naturaleza. [...] Toda historiografía tiene necesariamente que partir de estos fundamentos naturales y de la modificación que experimentan en el curso de la historia por la acción de los hombres" (Marx, La ideología alemana)
Es desde Marx que podemos entender porqué no sirve partir desde doctrinas o ideologías para cambiar nuestra realidad sino que es a partir de esa realidad material, las condiciones materiales, que prenden ciertas ideas y no otras. Por ejemplo, no podemos entender el fenómeno de los anarcocapitalistas sin las condiciones materiales específicas en que surge y se desarrolla ese movimiento, es justamente lo que explica porqué aquí y no en otro país y porqué ahora y no en otro momento. Tampoco se podría entender ni explicar sin estos conceptos fundamentales cómo perduran ciertas doctrinas como el justicialismo o el peronismo.
La Argentina tiene una marcada tradición idealista desde antes de sus orígenes que atraviesa toda su historia. Además, sus corrientes de pensamiento más populares tienen un sesgo mcartista, no solamente anticomunista sino incluso antimarxista. A pesar de contar con intelectuales de la talla de John William Cooke, el mismísimo Ernesto "Che" Guevara o en la actualidad Alejandro Horowitz (solo a modo de ejemplo pues hay muchos más) aún persiste en la amplísima mayoría una mirada sesgada carente de las herramientas intelectuales que nos aportara Marx hace más de 150 años.
En nuestra idiosincrasia argentina soberbia, llegan a decir que pretenden "peronizar" al mundo unos, "liberalizar" otros, siempre dentro de un gran síndrome de Dunning-Kruger. Para tapar nuestras tremendas falencias, las terribles cagadas que nos mandamos y no hacernos cargo como sociedad de este estrepitoso fracaso capitalista y liberal, mintiéndonos a nosotros mismos diciendo que somos los campeones del mundo.
Un país el cual hoy nos encuentra con un presidente fantoche, psiquiátrico, con delirios de grandeza y un vacío existencial al cual eligieron más de la mitad de los votantes aún cuando les dijo que iban a sufrir habla muy claramente de una sociedad corrompida desde sus entrañas, desquiciada y desesperada que en su mayoría se resigna abatida y apática al sometimiento del capitalismo concentrado en pocas manos.
Mientras vemos cómo China aplasta a este intento tecnofeudalista de EEUU, nos sometemos a los perdedores en una demostración patética de derrotismo extremo que raya con lo suicida. Es una situación terminal, un knockout que deja en shock a las mayorías que volvieron a caer en la manipulación idealista del capitalismo a través de su herramienta preferida, el marketing, el que volvió a estafar a quienes habían sido estafados por Macri en 2015 y luego por la dupla Fernández en 2019.
"Elijo creer". Un slogan, una frase tan vacía como efectiva, una nueva estafa, una nueva derrota con la ironía del triunfo de la selección de fútbol como contracara. No se come democracia pero tampoco fútbol ni globitos de colores, ni volvió el asado ni se acabó la inflación. El engaño se normaliza, se vuelve la regla, la estafa espera a la vuelta de la esquina. Un influencer financiero, devenido presidente, vuelve a estafar y sigue en su cargo, ni siquiera lo investigan desde el Senado. Nombra dos jueces, trata de asegurar su impunidad. Ni siquiera le revocan los poderes que le habían votado.
Esto significa que no hay más República, hay dictadura. La dictadura de una ínfima minoría política apoyada por la corrupción mayoritaria política. La dictadura de una aún más ínfima minoría capitalista apoyada sobre la casi totalidad de una sociedad corrompida, rota. Todo esto basado en una ilusión, un espejismo llamado Estado liberal que fue cooptado por las dictaduras y que nunca más se democratizó, pese a la "vuelta de la democracia". Con la complicidad necesaria y protagonista de gobernadores, aún supuestos opositores como Llaryora, mostrando su verdadera cara y sus verdaderos dueños. Un federalismo inexistente puesto al servicio del capital. Un sindicalismo, la CGT, siendo parte del capital.
En mi vida ví semejante desenmascaramiento, nunca tan claro qué intereses defiende cada quien. El mismo Marx nos advirtió hace ya mucho que esto sucede cuando el capitalismo se ve amenazado, no duda en sacarse su máscara democrática, republicana y liberal para mostrar su verdadera cara despótica, tiránica y totalitaria. Una vez ganada la batalla de ideas, una vez que logra ser aceptado por las mayorías sin chistar, ya no necesita mostrarse amable, compasivo, empático pues nada de esto se encuentra en él.
El capitalismo es un modelo de dominación y exclusión de las mayorías en beneficio de las minorías, es simplemente una vuelta de tuerca al esclavismo. Es mucho más barato que te creas tu propio jefe y te esclavices tu mismo. Es la propuesta de Uber, Amazon o MercadoLibre, una suerte de esclavitud consentida virtual donde tú corres con todos los riesgos y los dueños de la aplicación con todas las ganancias, en el medio los usuarios siguen presos de un capitalismo concentrado monopolizante que va destruyendo toda competencia y lograr imponer las reglas a su antojo.
Hacia ese abismo nos dirigimos los argentinos y no podemos esperar que esto salga bien, ni siquiera que termine bien. Cuando en el pasado se generaron profundas desigualdades y un atraso miserable en las amplias mayorías, mientras una minoría vivía de fiesta, se crearon las condiciones materiales para poder gestar la Revolución Francesa o la Revolución Rusa. No es un dato menor ya que en aquella época también se lo entretenía al pueblo hasta que el desastre acumulado volvió inevitable la revolución.
El dilema actual es seguir encaminados hacia ese final violento o torcer el rumbo a tiempo para realizar una transición inevitable más conveniente para todos.
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