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Cuando nos olvidamos de la reflexión


A raíz de un breve escrito de Jorge Altamira sobre los primeros pasos del gobierno de Macri como presidente, se entabló un debate bastante interesante (no es poco en los días que corren) especialmente porque me dió pié para hablar acerca de la importancia de la reflexión y la síntesis  como base de nuestros propios aprendizajes, en contraposición al planteo esperanzador de una comentarista. Lo que sigue es su reproducción textual, solamente extraje el nombres de las demás personas intervinientes.
 

que hermoso es cambiar de opiniones sin agredir, como me engrandece a mí como escritora, como ser humano, como persona, gracias Gustavo XXX. Desde los 14 años que soy socialista, mi padre peronista afiliado n° 4 me echó de casa por que me negué siempre a votar en lo que no creía, pero sí creo en el diálogo y admiro al Sr. Altamira , sus ideas fueron siempre claras y entendí el voto en blanco, lo que no comprendo es no aceptar el diálogo.

El pueblo votó por un cambio ¿ por qué no creer que dentro de los cuatro años este gobierno arregle algo y depués vendrá otro que siga desarrollando el engrandecimiento ? ¿Porqué la negatividad y no lo positivo del intercambiar ideas? ¿por qué no creer que todavía quedan pol´ticos honestos? Nunca voté a ningún candidato presidenciable, siempre al socialismo, pero salí a la calle con Alfonsín y ahora, porque siento la alegría de la democracia y tengo fe que algún día el socialismo pueda gobernar el país y cumplir con sus ideales , pero quiero que me demuestren que hay diálogo y que no me equivoqué al elegir, porque ante todo soy argentina y quiero un país , una nación , una patria grande donde todos vivamos en paz, tarbajando , estudiando , conviviendo sin agrsiones ni injusticias...


Está muy bueno tu discurso y te voy a responder en un tono similar, para demostrarte que nada tiene que ver esas agresiones con el estar o no equivocado. Creo que lo que nos engrandece, primero que nada, es la REFLEXIÓN, la gran ausente en varios de los comentarios. Hay una efusividad, te leo hablar sobre la alegría de la democracia, te veo llena de fe y de esperanza. Creo comprender que muchos necesitan de ese gran motor que es la ilusión, la fe y la esperanza. Yo de los tres francamente solo creo en la fe, especialmente en lo que hago, porque si no lo hago con fe, es decir, convencido que vale la pena, no tiene sentido. Luego del "desgaste" que muchos denuncian haber sentido en la relación con el gobierno saliente, con una "mala onda" que llama la atención se enrostran tanto de uno como de otro lado (no me olvido de la frase archi-repetida "la cadena nacional del miedo y el desánimo") y tras la algarabía irreflexiva del cambio consumado y esperado, tras escuchar las noticias sobre las primeras movidas realizadas por el flamante presidente, es lógico que allá lejos, lejos (quizás aún más lejos, depende el caso) una vocecita tenue, casi languideciente nos encienda la señal de alarma. Alarma que evitamos a toda costa, porque después de tanta pelea queremos disfrutar, queremos sacarnos la mufa, queremos descocarnos de tanta fiesta extrañada (van ¿cuántos, 16 años? claro, mucho tiempo sin pizza y champán) y desempolvamos (algunos y algunas las tienen relucientes de tanto que las usan) nuestras racionalizaciones, las más absurdas, aquellas que rozan con la ingenuidad propia de la niñez (qué ternura, qué belleza de edad, sin tanto en que pensar, sin tantas complicaciones ni remordimientos, y esa enooorme libertad, cuánto goce ¿no?) que resumimos en dos palabras: ILUSIÓN y ESPERANZA. Estamos muy bien educados tanto para reproducirla constantemente como para replicarla (y para darle muuucho trabajo a los psicólogos, que a esta altura le deben querer montar un monumento a las religiones judeo-cristianas) desparramando el mensaje. No importa que nunca suceda, no importa que no tenga siquiera chances de suceder debido a las abrumadoras evidencias, lo importante es CREER.
En este estupor nos sumergen los DOGMAS. Son precisamente lo contrario a la CRÍTICA, aquel esencial ingrediente de la reflexión. Si fuera por los dogmas, aún estaríamos en la Edad Media. Recuerden, el disenso se pagaba con la hoguera. Luego que los poderosos se enfrentaran al poder que ostentaba el dogma, sus defensores tuvieron inevitablemente que CAMBIAR DE DISCURSO. Como diríamos hoy, ya empezaba a estar mal visto. Pero en medio de esa tremenda conquista social corrió mucha, muchísima sangre. Qué digo sangre, ardieron miles de personas. Simplemente por animarse a cuestionar el dogma. En algún punto cercano, quizás luego de la atroz Segunda Guerra Mundial y viendo las nuevas generaciones que lograban imponer su voz, de reflejar su alegría, el dogma sufrió nuevamente un duro revés y nuevamente tuvo que cambiar el discurso. Ya no más aburridas congregaciones celebradas en latín, el silencio sepulcral y la penitencia; bienvenidos el reino de la cordialidad, la hermandad y el amor (eso sí, siempre dentro del dogma) aunque sea más un discurso que una realidad. ¡Qué bella expresión de deseos! Es inevitable que venga a mi mente el tema Imagine de John Lennon, el recuerdo de los Beatles, el submarino ... amarillo. ¡Colores, muchos colores, y flores y guirnaldas y globos! Epa, esto me trae nuevamente a nuestro tema. Qué bello es ser alegre, cuánta belleza encierra una sonrisa, cuán sanador es la risa y los momentos de alegría. Que se sepa, los zurditos nos alegramos, aún sabiendo que hay tantas razones para no hacerlo. CONCIENCIA. Porque no sólo se trata de discursos, debates, diálogos, manifestaciones, huelgas y tomas.
¿No se te ocurre preguntarte qué lo moviliza a alguien como Jorge Altamira para seguir con su entusiasmo, pese a remar muchas veces en el desierto, solo contra todos en esas entrevistas exprés que suelen conceder los medios hegemónicos y que valen tanto para poder difundir las ideas, para hacer visible, para hacer escuchar una propuesta, un programa para la clase obrera? Bien podría quedarse piola en casa, quizás escribir como nosotros desde la compu y listo, ¿no? Disfrutando quizás de su jubilación, que bien merecida se la tiene con tanto trajinar en esta lucha. Con solo escucharlo te das cuenta que no hay agresión u odio, allí hay años de experiencia, de muchos golpes y pocas conquistas, pero muy bien atesoradas, de mucha, pero muchísima reflexión. Y de algo también fundamental, la aplicación del resultado de esa reflexión. El CAMBIO.
Como te podes dar cuenta, el cambio empieza por casa, por nosotros mismos y no distingue ámbitos; sea en la cuestión de las ideas, de la política, de tareas domésticas, de procedimientos elementales o competencias adquiridas, de los vicios, o los hábitos alimenticios; en fin, sea cual sea el ámbito, no hay aprendizaje sin experiencia, reflexión sobre la experiencia y síntesis, o cambio como les gusta ahora decir.

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