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¿Cómo se explica este sostenimiento de la exclusión y explotación socio-económica? ¿Hacia dónde tienen que orientarse las alternativas para promover un cambio auténtico?

 Me gusta aclarar de antemano que es difícil hacer algún aporte real en materia socio-económica, pues ya desde los tiempos del mayor estudioso y aportante en ese rubro, Karl Marx (ayudado por Friedrich Engels a quien le debemos el conocer gran parte de su trabajo) se venían abordando desde múltiples enfoques tanto las situaciones coyunturales como aspectos más generales y teóricos. En todo caso, como docente que soy, a lo sumo puedo agregar algún planteo didáctico que ayude a comprender ciertos conceptos que son complejos y casi siempre contradicen (como sucede con muchos conceptos científicos) el "sentido común". 

 En las últimas décadas en la Argentina, en especial en las sociedades más ligadas a la producción agrícola actual (como de hecho sucede con la zona donde vivo) se viene visibilizando un fenómeno social de un vasto sector popular que algunos han dado a llamar el "pobre de derecha" (y otros términos más o menos atinados). Este se caracteriza desde lo ideológico por un conservadurismo bastante ortodoxo, que puede variar desde los extremos de derecha autocráticos, autoritarios y violentos hasta variantes más "liberales" (autoproclamados) que en realidad son conservadores defensores del "libre mercado". Existe incluso un planteo, resumido muy burdamente en un esquema, de un ciclo que se le achaca a la clase media y que de hecho podemos observar en el grupo social mencionado, donde al parecer según la coyuntura este grupo social actúa de forma progresista cuando está golpeada económicamente y de forma conservadora cuando ha conseguido una recuperación económica.

¿Cómo se explica esto sin caer en cuestiones morales o peor aún determinísticas (y fatalistas) que quedaron desterradas desde la misma existencia de la sociología como ciencia?

 La respuesta corta es que la misma dinámica del capitalismo promueve estos fenómenos e incluso los fenómenos opuestos donde las masas se vuelcan contra el sistema.

Como no nos dice mucho, vamos a desarrollar un poco esta respuesta. Me interesa para ello plantear otras preguntas interesantes, por ejemplo: si el capitalismo beneficia solamente a una minúscula minoría perjudicando a la mayoría restante ¿cómo puede sostenerse e incluso gozar de cierta aceptación? 

También nos sirve preguntarnos ¿alcanza con el hecho de saber que algo perjudica a la mayoría, inclusive a mí mismo, para que lo combatamos en la práctica? Si esto no es así, tal como podemos evidenciar a lo largo de nuestra historia y aún en la actualidad ¿cómo se llega a sostener en la práctica este modelo de desigualdad? 

Una forma simple de hacerlo es cayendo en una visión fatalista y cínica, como el sistema ya es así y no se puede cambiar, hay que "adaptarse". No faltan ejemplos que se ajusten a esta forma de pensar, pero no todos se ubican en este planteo antiético. De hecho, una de las características de este sector ideológico es una fuerte convicción moral y pese a que también el cinismo nos permite plantear falacias tales como "los seres humanos somos incoherentes por naturaleza", la mayoría no responde a tales planteos ni se escuda en el caráter contradictorio del ser humano para justificar un planteo cínico.

 Como bien lo demostró Marx hace tiempo (los invito a leer algunos textos ya clásicos como su crítica a la filosofía de Hegel de 1844 o a las tesis de Feuerbach en 1845 donde se va a iniciar este planteo y se profundizará a lo largo de toda su obra) la explicación del comportamiento de los ciudadanos, las relaciones jurídicas, incluso las distintas formas de Estado no se explican por sí mismas ni tampoco por una "evolución del espíritu humano" sino en la condiciones materiales y en la dinámica de nuestro accionar, de las relaciones que desarrollamos en la práctica a partir de esas condiciones y que de hecho definen lo social conformando la base fundamental de esa dinámica. 

En concreto, llevado a nuestra realidad, las condiciones materiales me predisponen a la hora de actuar, y lo mismo sucede con cada uno de nosotros, con lo cual la interacción social va a estar también condicionada por esas condiciones materiales. Si por ejemplo mis condiciones materiales son no disponer de capital, una baja capacitación o nivel educativo, mi accionar va estar claramente delimitado por esas condiciones, pero además de las condiciones socio-económicas que fueron configurando la actual situación que también me va a condicionar. Dentro de estas condicionantes socio-económicas están el modelo económico imperante, capitalista agroexportador, pero también su influencia en las políticas y leyes e incluso en cada actor social y el propio Estado. Todo está atravesado por estas condicionantes, sin dejar de lado asociaciones civiles, religiosas, militares, económicas, etc. El hecho de intentar dejar afuera algún sector justamente genera una distorsión y nos va a llevar a conclusiones equivocadas alejadas de la realidad. Cada uno de nosotros va a ocupar un lugar en esta dinámica socio-económica y va a actuar en consecuencia. Esto no niega lo ideológico sino que afirma que la conformación de nuestras creencias, valores y la ideología (que todos tenemos lo asumamos o no) va a ser consecuencia a su vez de la dinámica explicada anteriormente, pues no se genera de un día para el otro ni es un invento de nuestros padres ni siquiera de alguna religión o corriente de pensamiento. Somos, en esencia, lo que hacemos con todo esto que heredamos y que nos condiciona de una forma tan compleja que no llegamos a comprender en su totalidad, como tantos fenómenos que superan nuestra finitud humana. Es precisamente nuestra "conciencia" la que inevitablemente deberá tomar decisiones para en la práctica actuar pese a nuestras limitaciones y lo hará siempre bajo esos condicionantes. 

 En una sociedad de características conservadoras nuestro accionar va a lidiar con la mayor o menor aceptación del statu quo (lo establecido) y la mayor o menor acción transformadora de ese statu quo de una forma no lineal y que responde a la complejidad propia de nuestra sociedad actual. En ese sentido, nuestra implicancia económica, por ejemplo, puede ser la de la aceptación de la expoliación capitalista desde la clase poseedora de capital sobre la clase que brinda la fuerza de trabajo. Esto significa que el explotado acepta serlo resignando los beneficios que produce bajo la expectativa de luego pasar a ser el explotador que se beneficia, con lo cual en principio se conforma un ciclo de explotación. Lo mismo se aplica a la renta en cualquier ámbito, por ejemplo el trabajador que debe recurrir a pagar un alquiler pues no posee vivienda propia donde vivir, pasa a tener su propia vivienda y luego se plantea construir o adquirir otras viviendas para alquilarlas. Es justamente ese accionar el que sostiene un modelo de exclusión, no basta simplemente con la clase burguesa, pese a que en la actualidad concentra un poder más allá de lo económico con su influencia en medios masivos y redes sociales. 

Este accionar conservador implica también una contradicción en la práctica con respecto a las características propias del capitalismo (estudiados también por Marx, como el principio de la utilidad decreciente que lleva a la clase burguesa a buscar por todos los medios de intervenir el mercado para evitarlo) y sitúa a ese sector como el principal defensor del sistema, porque esa concepción y ese accionar depende enteramente de la intervención continua para sostenerlo. 

Una excelente estrategia para la burguesía, entonces, es promocionar este conservadurismo de cualquier forma posible, desde una visión más "progresista" o "emprendedora" hasta incluso la ficcional y marketinera oposición del "libre mercado". De hecho, si realmente se planteara la defensa de una liberación del mercado, se atentaría directamente contra cualquier desarrollo capitalista local o regional, ni hablar que impide directamente el "emprendedorismo", el desarrollo de pymes pues favorece a las empresas más grandes, usualmente las multinacionales. Por eso cualquier planteo que defienda esa línea requerirá una intervención mucho más elaborada pues requiere alienar aún más a sus víctimas que lo que ya propone la visión conservadora. 

  Un detalle no menor es que en ningún momento necesitamos de características actuales de nuestra organización social que justamente han sido fruto de continuas luchas, como cierto grado de democracia (cuyo concepto merece ser revisado aparte) la condena de las distintas formas de esclavitud moderna, la defensa de los Derechos Humanos, por mencionar algunos ejemplos. De hecho, se ubican más cercanos a los regímenes autoritarios y autocráticos, como ya tuvimos con el Estado nazi, el fascismo italiano, el falangismo español y en nuestra latinoamérica encontramos su expresión en las distintas dictaduras del siglo pasado. Por ello no puede ser ajeno a nuestra realidad y lamentablemente seguiremos encontrando distintas expresiones sociales, políticas y económicas imbuidas de estas características. El capitalismo plantea relaciones socio-económicas con una base de violencia, por ello siempre va a engendrar más violencia. No hay modelo económico dentro del capitalismo que se libre de la violencia, no porque la violencia sea cultural o inherente al ser humano sino precisamente porque es el capitalismo el que establece relaciones violentas. Nos ha llevado muchos años el asumir en la práctica esta dinámica y no caer en la simple continuación de la violencia como modo de combate al capitalismo. Sabemos que ninguna salida puede seguir sosteniendo una imposición violenta de la dinámica socio-económica. Por eso cualquier modelo alternativo auténtico debe afrontar esa realidad y proponer un cambio profundo de esas relaciones violentas sin caer en otro tipo de relación violento. En ese marco es vital resaltar los valores que combaten no solo la violencia visible sino aquella que asumimos y tendemos a naturalizar, como es el caso de la exclusión social y la explotación de una clase social por otra. La práctica de otras formas de relacionarse que intencionalmente plantean una ruptura respecto a esas lógicas son las únicas que promueven los cambios que tanto reclamamos y que quizás no alcanzamos a percibir ni mucho menos a comprender.

Referencias

https://www.marxists.org/espanol/m-e/1844/intro-hegel.htm

https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm 

https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/pfal72s.htm

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